jueves 26 de marzo de 2009
Tivissa
Por David y Germán Tenorio
Una carretera tortuosa, un pueblo enigmático, parajes donde se manifiesta lo insólito…Esferas luminosas, extrañas desapariciones y supuestos casos de teletransportación. Desde hace tiempo, los alrededores de la localidad tarraconense de Tivissa despiertan gran interés entre los investigadores, tal vez por el halo que envuelven sus calles, sus montes, sus recónditas cuevas e incluso la carretera que une la población con el mar: la conocida C-44…
La población de Tivissa se encuentra anclada en el Priorato tarraconense, a escasos dieciocho kilómetros del mar, ascendiendo por la C-44 que, desde Hospitalet de L’Infant atraviesa Coll de faxes, un peligroso tramo de carretera donde se cuentan historias inquietantes referentes a una antigua aldea maldita. Se dice que Tivissa está en pleno centro de una zona “telúrica” que abarcaría desde Pratdip hasta Mora de Ebro, pasando por la Serra D’almós debido a la confluencia de capas itosféricas –corrientes de aguas subterráneas-. Tal vez ello tengo que ver con los fenómenos que, supuestamente, se manifiestan en esta área: apariciones de luces misteriosas, extrañas nieblas que algunos interpretan como puertas interdimensionales, visión de seres de apariencia absurdas…
A las tradicionales leyendas que evocan aquelarres y reuniones de brujas en la Edad Media, los lugareños cuentan que sus montes albergan cuevas de laberínticas grutas cuya exploración sirve de antesala a un viaje con destino incierto… No menos inquietantes son los inverosímiles testimonios que, desde antiguo, se refieren a los ataques de los llamados “perros vampiros” y que curiosamente dan nombre a la cercana población de Pratdip –“prado de los lobos vampiros”-, en cuyo escudo queda inmortalizado el dibujo de una de esas feroces alimañas.
Cuentan las viejas leyendas que Tivissa se vio amenazada antiguamente por esas misteriosas criaturas que atemorizaban a los pastores, matando a las ovejas de sus rebaños y absorbiendo su sangre.
Encrucijada de leyendas y misterios
Han pasado más de veinte años desde que los investigadores y curiosos del fenómeno ovni dejasen de frecuentar estos parajes que, en la década de los ochenta, se convirtieron en un genuino reclamo turístico para los aficionados del misterio que ansiaban la búsqueda de un contacto con supuestas entidades de otras no menos supuestas dimensiones. ¿Se disipó entonces la supuesta fenomenología paranormal ligada a Tivissa?. Pese al tiempo transcurrido, todavía se recogen testimonios, insólitas vivencias de personas que, sin pretenderlo, quedaron atrapadas por una experiencia que les ha marcado para el resto de sus vidas.
Venciendo las reticencias iniciales a narrar su historia, Juan Pallisé, un anciano vecino de Tivissa se atrevía a confesar lo que le ocurrió hace más de treinta años cuando el destino se encaprichó en convertirlo en protagonista de un suceso difícil de olvidar:
“Yo sé que desde hace años se viene contando historias extrañas en estos lugares. Lo que os puedo asegurar es que lo que yo llegué a ver aquella tarde verdaderamente me impactó y cada vez que paso por el lugar desde donde lo avisté, me acuerdo como si fuera ayer…
Retrocediendo su memoria en el tiempo, los cansados ojos de Juan Pallisé parecían estar oteando nuevamente lo que presenció aquella misma tarde de hace más de treinta años:
“No sé si hace treinta o treinta y cinco años –recuerda-, que lo avisté por un lugar denominado Pas de L’ase, por donde pasa a su curso el Rio Ebro. Desde allí, hasta otros picos más altos llamados La Figuera, vi salir como una bola de fuego anaranjada, que daba vueltas, y que por detrás parecía desprender una especie de humo rojizo. Pasó como una exhalación. Al día siguiente me encontré con un vecino, ya fallecido, que también lo había visto. Él decía que se trataba de un “platillo volante”. Confieso que yo era la primera vez que lo oía nombrar. Es lo único que puedo decir, pero esto, os aseguro que es verídico”.
No obstante, la extraña fenomenología de Tivissa no es algo que pertenezca únicamente al pasado. Artur Altés nos relata lo que aconteció junto a su hijo y a dos compañeros de trabajo una fría noche de febrero de 1996 cuando se encontraban haciendo la tarea rutinaria de recogida de basura recorriendo las calles vacías de la población: “Eran sobre las once de la noche, cuando se nos presentó por detrás del cerro un objeto plano, con un gran haz de luz cegador que pasó muy lentamente por encima de nuestras cabezas, después se alejó de nosotros , alcanzando gran velocidad y desapareciendo tan rápido como había aparecido. Os aseguro que esto es para vivirlo, y no para contarlo, aunque yo desde ese entonces prefiero olvidar esa historia y no comentarla”.
C-44, ¿carretera hacia lo inexplicado?
Aseguran los más escépticos que estas luminarias nocturnas bien pudieran ser fruto de la abundancia de materiales geológicos existentes en estas zonas telúricas que, al cargarse de energía solar, presentan la singular capacidad de producir fenómenos luminosos en la atmósfera. Una hipótesis bastante factible si el comportamiento de esas luces no pareciera, en ocasiones, responder a un comportamiento algo más que casual…
Estas luces, sin previo aviso, se presentan ante el viajero o a todo aquel curioso que se atreve a indagar en la zona donde se producen las manifestaciones con mayor asiduidad. Es el caso, entre otros, del entonces joven biólogo Vicente Pérez Baeza y de su compañero Joaquín Bonilla. Ambos se encontraban una noche de finales de los ochenta en el cruce de la carretera que se dirige hacia Tivisssa, con la que termina en Pratdip, cuando les ocurrió lo que sigue, en voz de los propios testigos:
“Lo que ocurrió fue muy curioso –nos cuentan-. Nos encontrábamos en la carretera que entonces conducía desde Tivissa hacia Pratdip cuando empezamos a ver luces del tamaño de estrellas que se convirtieron en esferas de aspecto rojizo. Una de ellas pasó por encima del coche y sucedió algo que nos dejó paralizados: se apagaron los faros, se apagó el motor y el radiocasette dejó repentinamente de funcionar”.
La aparición de estas extrañas luminiscencias, o efectos luminosos provocados por la naturaleza parecen manifestarse con especial insistencia en el itinerario que recorre la carretera comarcal C-44 a su paso por Tivissa. Es lo que relataba una mujer de unos cincuenta años –que prefiere mantener el anonimato-, que una fría noche de hace aproximadamente cinco circulaba por esta carretera junto a otras cuatro personas en su automóvil. Desde el vehículo pudieron observar como dos focos luminosos se les acercaba cada vez más hasta llegar a iluminar completamente el interior del coche. En un primer momento, pensaron que se trataba de un automóvil que les iba a adelantar. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando esas luces dejaron de verse y se esfumaron en mitad de la noche en décimas de segundo. Incluso, pararon el vehículo e inspeccionaron la zona. No había nadie, solo ellos, su vehículo, la naturaleza…y la oscuridad de la noche. ¿De dónde provenían esas misteriosas luces? ¿Fenómenos atmosféricos o percepciones de la propia sugestión?
Pasado más de un año de lo ocurrido, la mujer se atrevió nuevamente a circular por la zona cuando, de repente… “Cuando sales de Tivissa –cuenta-, atraviesas dos curvas para continuar por un tramo de carrillento, pues desde el principio del primer tramo hasta el final del segundo, no recuerdo absolutamente nada… Solo sé que me encontré de un sitio a otro sin saber cómo. Solo recuerdo que entonces estaba en la carretera, pro desconcertada; no sabía si iba bien por el carril de la derecha o por el carril contrario… Yo no ví nada, solo que llegué a pasar de un tramo a otro sin saber cómo. Lo pasé realmente mal, con angustia y nerviosismo”.
¿Apariciones de ovnis o manifestaciones de poco habituales efectos atmosféricos? ¿Carreteras donde se producen supuestos fenómenos de teletransportación o zonas donde circulan frecuencias electromagnéticas capacees de alterar el sentido de la orientación de los conductores? En cualquier caso Tivissa parece ser un paraje donde sus alrededores se ven envueltos de una energía extraña, cuya basta fenomenología nutre desde hace años los cuadernos de la casuística paranormal de los investigadores y aficionados de estas temáticas.
Dato adicional:
La extraña misiva de 1968
En 1968 la tranquila pedanía de Tivissa se vio sorprendida por una extraña carta que salió publicada en el ya desaparecido diario barcelonés Tele Express, el 27 de agosto del mismo año. En ésta, el remitente, que firmaba como Sebastián Mateu –del que nunca se supo su identidad real-, exponía la experiencia vivida por su cuñado Juan de la Serra D’almos, cuando se dirigía de su casa al pequeño huerto donde trabajaba. Según declaraciones de Mateu, a las seis de la mañana, Juan se disponía a faenar en el campo cuando de pronto observó un objeto extraño que el describió como una “media sandía”, con la parte redonda hacia arriba, que desprendía un resplandor terrible. Además pudo observar una especia de seres parecidos a pulpos, con cuatro o cinco patas, que se introducían en el objeto por debajo de la misteriosa luz cegadora. Fue entonces cuando Juan perdió en conocimiento. A partir de ese momento se empezó a formar una trama plagada de interrogantes que aún hoy en día no está resuelta. ¿Se produjo realmente el supuesto aterrizaje? ¿Sebastián Mateu existió como tal, o fue un pseudónimo utilizado por el autor de la carta para no revelar su identidad? ¿Fue una trama para incrementar el turismo en la zona? En cualquier caso, la carta enviada al rotativo Tele Express fue el detonante para que Tivissa quedara enmarcada en todos los cuadernos de la casuística ufológica.
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